La voz de la Filosofía

Este blog tiene la intención de promover un espacio -virtual, pero no por eso menos real-, en el que los que nos dedicamos a la filosofía (y también los que no) podamos "hablar" y "escribir"...

jueves, marzo 30, 2006

Escribir entre el saber y la ignorancia


Amigos, para los que sufrimos escribiendo y creemos que debemos poseer una especie de Saber Absoluto antes de hacerlo, acá tenemos un pequeño texto de alguien que, sin lugar a dudas, escribió mucho y bien: “¿Cómo hacer para escribir si no es sobre lo que no se sabe, o lo que se sabe mal? Es acerca de esto, necesariamente, que imaginamos tener algo que decir. Solo escribimos en la extremidad de nuestro saber, en ese punto extremo que separa nuestro saber y nuestra ignorancia, y que hace pasar el uno dentro de la otra. Solo así nos decidimos a escribir. Colmar la ignorancia es postergar la escritura hasta mañana, o más bien volverla imposible. Tal vez la escritura mantenga con el silencio una relación mucho más amenazante que la que se dice mantiene con la muerte” [1].

A ver si, poco a poco, vamos perdiendo el pánico escénico y empezamos a hablar y a escribir, a expresarnos finalmente. ¿Para qué pensar si no es para expresarnos? ¿Pensar auténticamente no significa ser libre, y ser libre no es poder expresarnos? ¿Qué dices Laura?

[1] Gilles, Deleuze, Diferencia y repetición, p. 18.

martes, marzo 28, 2006

Actividades filosóficas

Gente, acá pueden enterarse de los eventos que están en la Agenda del Centro de Estudios Filosóficos para los próximos meses: http://www.pucp.edu.pe/invest/cef/avisos.php?seccion=agenda

lunes, marzo 27, 2006

De la niña, el esquizofrénico y la reina

No soy niña, ni esquizofrénico, ni reina. Tampoco vivo en el país de las maravillas. Soy un ser humano normal, normalizado. Sin embargo, entiendo a la perfección el país de las maravillas o ,mejor, entiendo sin entender. ¿Por qué el sinsentido de Alicia en el país de las maravillas tiene tanto sentido cuando lo leemos? No debemos esforzarnos para comprender qué esta sucediendo, simplemente captamos su sentido. Tal vez sea que el sentido se construye sobre un fondo de sinsentido del que emana y adquiere su vitalidad. ¿No son los niños y los locos los que dicen la verdad?, ¿no es el desplome de lo normal-normalizado lo que da acceso a una comprensión más rica de lo real?... como sea. Pero, pensando mejor, sí sé por qué entiendo el wonderland de Alicia, ¡vivo en Perú! el país de las maravillas. Para muestra unos botones (obvio, no solo uno): 1) "Marta presidente, Fujimori presente", ¿memoria frágil? sí, pero, además, simplemente no existe principio de identidad: Marta = Fujimori. Convencidos. Estúpidos. 2) "Liberen a Abimael, no es un peligro", la identidad no permance en el tiempo. Abimael ya no es Abimael. Alicia es grande, luego pequeña, solo por comer una plantita: "ya no sé quién soy". ¿Qué pensará don Isaac que come Abimael?, ¿qué plantitas comerá Don Isaac? 3) Sin lugar a dudas, el principio de causalidad no existe: "¡qué le corten la cabeza!", vocifera la reina; "¡qué fusilen dos maricas!, vocifera Doña Elena. Podría continuar con las maravillas a las que estamos acostumbrados, pero las dejo a su imaginación.... ah! y si alguien pensó que la niña era Lourdes, el esquizofrénico Alan y la reina Ollanta, no se equivocó...

¡Qué labia! ¡qué discurso!

Hace unos días goce como un niño en el Mcdonalds mientras veía a Hugo Chavez despotricar contra Bush. Una hemorragia de adjetivos fluía entre sus dientes rabiosamente: ignorante, ignorante, asesino, asesino, genocida, genocida, repetía en un monólogo que parecía un disco rayado. Es cierto que alguien debe decirle a Bush lo que es, pero ¿por qué justamente tiene que hacerlo un personaje igualmente desagradable? Los enemigos de mis enemigos no son mis amigos, aunque generen simpatía. El goce es instantáneo pero si lo meditamos tal vez lleguemos a descubrir de donde procede: en este caso la fuente del placer que me invadió era doble: escuchar que le dijense todas esas cosas a Bush con tremendo desparpajo y tener el privilegio de gozar del verbo fluido de Chavez, el cual, seguramente, es envidiado por Marco Aurelio Denegri y Martha Hildebrandt. ¿Nuestro soldadito de plomo, hago-lo-que-quiero-y-no-respondo-por-nada-humala, habrá aprendido de papi Chavez? ¿nos deleitara con semejantes discursos, dignos de un Gorgias o de un Sócrates?

¿Los filósofos somos psicóticos?


¿Qué papel juegan los filósofos en un momento como el actual? Si la tarea de la filosofía es extraer el cosmos del caos, el orden del desorden, ¿por qué no se escucha la voz de la filosofía en el momento político que estamos viviendo? Es evidente que existe una imposibilidad de nuestra disciplina por contactarse con lo real, una ineptitud completa para hablar sobre el día a día. Encerrados en nuestros escritorios, reivindicamos el pensamiento más psicótico, desconectado del mundo, que una disciplina puede ejercer. Tal vez las siguientes palabras del filósofo francés Gilles Deleuze, muestren un camino por el cual deba transitar la filosofía, sobre todo ahora que nuestro país derrocha estupidez: "La estupidez es una estructura del pensamiento como tal: no es una forma de equivocarse, expresa por derecho el sinsentido del pensamiento. La estupidez no es un error ni una sarta de errores. Se conocen pensamientos imbéciles, discursos imbéciles construidos totalmente a base de verdades; pero estas verdades son bajas, son las de un alma baja, pesada y de plomo. La estupidez, y más profundamente, aquello de que es síntoma: una manera baja de pensar"...mucho de lo que escuchamos en esta campaña electoral tal vez no sea falso, pero sí estupido, vil, bajo...

Dos olvidos imperdonables: la voz y la escritura

Inauguro este blog planteando los dos motivos por las cuales ha sido creado, motivos que, en realidad, son las dos caras de una misma moneda. Hace unos 6 años que me dedico a la filosofía y nunca ha existido un espacio en el que la filosofía esté viva. Más allá de algunos congresos o conferencias, en los que algunos hablan y los demás escuchan con cara de aprobación -o desaprobación, dependiendo de las simpatías del expositor más que del contenido de sus exposiciones- no existe un espacio donde se sienta el quehacer filosófico. Y los responsables, obviamente, somos nostros mismos. ¿Por qué tanto miedo e inseguridad al momento de hacer públicas nuestras reflexiones, pensamientos u opiniones? Pareciera que llevamos por super-yo a Kant o a Platón. ¡Por favor, un poco menos de solemnidad!... La filosofía debe recuperar la "voz" y la "escritura", ¿quién habla de filosfía?, ¿quién escribe sobre filosofía? nadie o casi nadie. Esta es nuestra tarea. ¡Hablemos! así sea simplemente para no dejar que el vacío afásico nos gane; ¡escribamos! así sea simplemente para que las hojas no queden en blanco. Les dejo una pregunta: ¿no hay algo más patético, inútil e insubstancial que un filósofo que no habla ni escribe?