La voz de la Filosofía

Este blog tiene la intención de promover un espacio -virtual, pero no por eso menos real-, en el que los que nos dedicamos a la filosofía (y también los que no) podamos "hablar" y "escribir"...

jueves, agosto 03, 2006

Síndrome del fin de carrera (a propósito de Conexiones 1, 2 y 3)


Me parece que hay cierta inquietud respecto del sentido de una carrera como la filosofía hoy en día, al menos entre filósofos jóvenes, al menos entre algunos conocidos y algunos amigos, especialmente cercanos. Si me equivoco y no la hay, creo que debería haberla.
Aquí el amigo Alejandro termina sus años de estudios de maestría en filosofía y se pregunta en qué consiste para él ser filósofo, en qué consiste la filosofía para él. Aquí yo misma, en el mismo momento, inicio mis estudios de maestría en filosofía con la misma interrogante. Alguien que conozco, que terminó los estudios hace un par de años pero sigue dedicándose interiormente a la filosofía sentada en el escritorio de su oficina, no puede dejar de preguntarse lo mismo. Al igual, espero, que muchos otros.
(Por algo dicen que la tarea de los filósofos no es tanto encontrar respuestas acertadas sino hacer las preguntas correctas).
Al empezar los estudios la tenía más clara. Al terminar, se abrió el abismo, el vacío: qué hago ahora con ella, qué sentido tiene para mí la filosofía, qué busco yo de ella, por qué decidí estudiarla, por qué seguí estudiándola, por qué la sigo estudiando. Qué quiero hacer con ella; qué quiero de ella para mí, en mi vida.
Porque si uno no la hace propia no tiene ningún sentido. Así como el primer paciente de un psicoanalista siempre debe ser él mismo, porque sino, ¿qué podría transmitirles a aquellos que se echen en su diván?; así, si la filosofía sirve para algo, así sea para nada, el primer convencido (el primer apasionado) tiene que ser uno mismo. Si no, no tiene sentido.
Al menos a esa seguridad he llegado al final de mi carrera. Otra, tan fuerte como esta, es la siguiente: la filosofía –al menos para mí– que se queda encerrada en sí misma, tampoco tiene mucho sentido. Una filosofía que se cierra al diálogo, o mejor, que solo dialoga consigo misma (filósofos que solo hablan con filósofos, filósofos que solo se entienden con otros filósofos, que solo escriben para otros filósofos), muere. No tiene nada que decirnos. En ese momento se ha perdido el interés y la curiosidad.
Ya vendrán más comentarios.