¿PITUFO FILÓSOFO?
Si nos ponemos a revisar el prototipo que la sociedad maneja del filósofo, veremos que muchas veces se reduce a "Pitufo filósofo", un hombrecito azul, risible pero insoportable, que sale volando debido a la patada que le pegan sus amigos (por pesado) y que, cuando cae, se le estrella un libro, que nunca lee (poserazo), en la cabeza. Siempre me pareció trillada esa asociasión, pues fuera de los dibujos animados, a veces aparecen en las series de televisión "personajes pintorescos" que tienen como profesión la de " ser filósofos" (profesores de filosofía o estudiantes. Recordemos al insufrible de Guido en "Casado con mi hermano"). Al igual que Pitufo Filósofo, son caracterizados como individuos antipáticos que no paran de hablar.
Pero... ¿qué de real hay en esa visión?, ¿Por qué el filósofo es identificado como un sabelotodo insoportable?. Por supuesto que todos los prototipos deben estar sometidos a crítica, por supuesto que un prototipo no revela la identidad exacta del sector que está representando... pero por algo existe.
¿No estamos siendo, en realidad, invadidos por una legión de "Pitufos filósofos"?, ¿No rondan nuestras aulas?, ¿No exacerban el rol de la filosofía y ya comienzan a criticarlo todo?, ¿Hablan mucho pero no hacen nada?. Recuerdo que cuando recién entre a Filosofía, me topé con varios pitufines; parecían saberlo todo, tener una respuesta para todo...es más... habían leído todo!!! ¡Que bestia me sentía yo frente a tanta "luminaria"!. Cuando vine a Stgo a estudiar, ahí estaban ellos también, corrigiendo a los maestros, haciendo gala de una sabiduría suprema, hablando en latín.. Pater noster!
¿Qué hacen los filósofos? Bajo estas luces podría responderse: alardear y lucir la gran cantidad de materia gris que poseen sus gigantescos cerebros.
¿Por qué nadie quiere hacer públicas sus reflexiones? Porque muchos temen al escrutinio severo del Pitufo Filósofo (aunque eso no es excusa) que espera con el diente afilado los "pobres" aportes que puedan dar otros .
¿Por qué el filósofo parece inoperante frente a la realidad? Porque Pitufo Filósofo está en su casa planeando que pregunta sorprendente hacer en clase para dejar a los otros filósofos boquiabiertos (aún ignorantes e incapaces, a su juicio, de decir algo que valga la pena) . O de seguro, debe estar pegado a Papa Pitufo tratando de absorber su sabiduría.
Con temor, creo ver que este afán competitivo está dominando la filosofía. Me parece que la filosofía está siendo malentendida y en vez de forjar pensadores humildes que aumen su ignorancia y hacen de ella un horizonte desde el cual construir, forja personajes cuya meta es saberlo todo, ser mejores que el compañero, y, porque entienden un cuarto de lo que dice Kant, Hegel o Epicteto, ya juran se lograron por el resto de sus días.
Este es pues, otro mal que acecha la filosofía, junto a la falta de escritura, junto a la falta de opinión, junto a la aparente imposibilidad de acercar el quehacer filosófico a la realidad, está el Pitufo Filósofo, que muchas veces, incluso, termina siendo un educador que transmite esa "extraña iluminación" a los pobres incautos que recién han salido del colegio, incautos que luego serán parte de su séquito, como quien es parte de un culto.
En fin, no existe quien no se haya sentido alguna vez fascinado por el saber frente al cual te pone la filosofía, pero la fase de "pedantería" se supera rapidito y "el que puede, puede y el que no puede, aplaude". Si no lo hemos superado, entonces estaremos condenados a que algún día se nos estrelle la biblioteca encima de la cabeza.
6 Comments:
Bien dicho Pía. A pesar de la distancia, la comunidad de ideas es sorprendente. Me parece genial que hayas caracterizado al filósofo y, justamente, que hayas elegido a Pitufo filósofo como el representante, el modelo, del filósofo que ronda nuestras aulas (acá en Lima, y, por tus comentarios, también allá, en Santiago). En la historia los filósofos han sabido crear verdaderos "personajes conceptuales", es decir, modelos plásticos, reales, no solamente ideas, en los que sus conceptos se vean materializados. Sócrates, por ejemplo, es un personaje de la filosofía platónica: solo un ingenuo podría pensar que ese personaje de teatro que es Sócrates pudo ser el mismo que vivió en Atenas. Zarathustra, por otro lado, es un personaje, riquísmo sin dudas, de la filosofía nietzscheana. En fin, estos personajes conceptuales vivifican los conceptos que crea el filósofo... ¿será nuetro personaje conceptual, nuestro modelo de filósofo, aquel pitúfo tan simpático como risible y pesado? ¿estámos condendos, o mejor condenándonos, a que nadie nos tome en serio? ¿a que nos dejen hablar, blablabla, blebleble, hasta que cansados de oir lo que, finalmente, no queremos que oigan, nos pateen ahí donde ya saben? ¿qué puede expresar que pitufo filósofo caiga siempre de cabeza? ¿tal vez que está viendo el mundo de cabeza?
Me gustó mucho el artículo. Aunque creo que en la práctica, los filósofos influyen mucho más en la realidad de lo que ellos creen. Yo no soy filósofo. Me interesa mucho la política y al estudiarla, es fácil advertir que el pensamiento filosófico de tal o cual escritor ha influido fuertemente a determinadas culturas, en especial la nuestra.
De cierto modo esto es lo que quiero tratar en mi memoria, y como soy alumno de la profesora Pía León en la Universidad Andrés Bello, quisiera ver la posibilidad de que me guíe. Le dejo mi correo electrónico por si pudiese contactarse conmigo. En la universidad me dieron un número donde me dicen que ya no vive ahí.
Mi dirección es dias_de_vivar@hotmail.com
SIn más que agregar y felicitándola nuevamente por el interesante artículo me despido.
Nicolás Sánchez Douglas
¿Qué entendemos por filosofía?
...
Mejor dicho:
¿Cómo entendemos nuestra vocación filosófica?
...
¿Quién es el filósofo?
¿Es Sócrates bebiendo la cicuta?
¿Es Diógenes de Sínope "mordiendo" e increpando?
¿Epicteto? El que nos incita a no "vomitar" las teorías que no hemos "digerido".
¿Séneca el aristócrata?
...
O más bien... El filósofo de Universidad... el filósofo del Estado... ¿Hegel tal vez?
o en el polo opuesto... "arrogante" y "molesto"; ¿El lúcido y amargo Schopenhauer?
¿Será el filósofo analítico?... ¿O será Derrida tal vez?
...
¿Pedro Abelardo?... ¿El teólogo Tomas Aquino?
...
¿Nietzsche o Platón?
¿Negadores del cuerpo o "vitalistas" bergsonianos?
...
Yo no lo sé... No tengo idea de si el filósofo es como el Pitufo que mencionas... (aunque me consta que algo cierto hay de eso)...
Sólo sé que "repensar" nuestra tradición filosófica para adaptarla a nuestro "AQUÍ Y AHORA" nos mantiene vigentes... En un tiempo, en el que se nos necesita y se nos necesita; tal vez más que nunca...
No sé...
SALUDOS!!
pitufo filosofo, es una tan solo una parodia del que va de intectual.
un prototipo que podemos encontrar todos los dias.
gente que aparenta una reflexion y se autoconsidera intectual,pero que en el fondo sus reflexiones aportan poco a la humanidad.
No estoy de acuerdo en muchos puntos que mencionan, pero no los culpo, es típico de esta sociedad y de este sistema que nos forman con el mero propósito de ser un engranaje útil dando vueltas y vueltas y, supuestamente, todo lo que pueda "servir" a la humanidad es aquello que mantenga en movimiento toda esta oxidada maquinaria utilitarista.
La filosofía, en sí misma, está por encima de la utilidad. Y por esta misma razón, la filosofía es de la mayor necesidad para los hombres. Les recuerda la suprema utilidad de aquellas cosas que no tienen que ver con los medios sino con los fines. Porque los hombres no sólo viven de pan, vitaminas y descubrimientos tecnológicos. Viven de valores y realidades que están por encima del tiempo, y que son dignos de ser conocidos por sí mismos; ellos nos alimentan con la invisible comida que sostiene la vida del espíritu, y nos mantienen alertas, no de tal o cual medio al servicio de la vida, sino de las razones profundas para vivir, sufrir y tener esperanza.
El filósofo en la sociedad es un testigo de la dignidad suprema del pensamiento. Él apunta a lo que es eterno en el hombre, a lo que estimula nuestra sed por el conocimiento puro y desinteresado, por el conocimiento de aquellas cuestiones fundamentales - acerca de la naturaleza de las cosas y de la naturaleza de la mente, del hombre mismo y de Dios - que son superiores e independientes de todo lo que podemos hacer, producir o crear, porque pensamos antes de actuar y nada puede limitar el alcance del pensamiento.
Nuestras decisiones prácticas dependen de las posiciones que asumimos respecto de aquellas interrogantes últimas y fundamentales que el pensamiento humano es capaz de plantear. Esa es la razón por la que los sistemas filosóficos, que no están dirigidos a ningún uso o aplicación práctico, tienen, como lo he señalado al comienzo, un impacto tan grande en la historia humana.
Los representantes del materialismo dialéctico afirman que la filosofía no tiene que limitarse a contemplar el mundo, sino que debe transformarlo: porque la filosofía es esencialmente praxis, un instrumento de la acción, el poder ejercitado sobre las cosas. Esto no es sino un regreso a la vieja confusión mágica entre el conocimiento y el poder, y su completo desprecio de la función del pensamiento.
La filosofía es esencialmente una actividad desinteresada, dirigida hacia el amor a la verdad en sí mismo, y no una actividad utilitaria por el mero propósito del poder sobre las cosas. Esa es la razón por la que la necesitamos.
Un filósofo es un hombre en busca de sabiduría. Sin embargo, la sabiduría no parece ser un producto muy abundante; nunca ha habido sobreproducción en esta área. Tal vez por eso, mientras más escaso es aquello que supuestamente interesa y preocupa al filósofo, más inclinados nos sentimos a pensar que la sociedad necesita de él desesperadamente.
Precisamente somos los filósofos quienes tenemos como profesión recordar a la humanidad que no se puede vivir sin pensar, que no podemos trasladar nuestras decisiones a otros, sean las modas, las mayorías o la tradición. Sócrates, el primero de los filósofos, se veía a sí mismo como un tábano puesto sobre su ciudad, Atenas, para que no se amodorrara. Su tarea era enseñar a pensar con libertad. «Más vale padecer el mal que cometerlo», decía, y afirmaciones como ésta le llevaron a ser condenado a muerte. Posiblemente nunca ha estado de moda pensar.
La conflictividad es un rasgo inevitable de la convivencia humana en todos sus niveles: desde la familia hasta la comunidad internacional, pasando por la comunidad de vecinos, la organización profesional o, por supuesto, el Parlamento de una sociedad democrática. Muchos renuncian a pensar precisamente para evitarse conflictos: basta con hacer lo que hace la mayoría. «Lo hacen todos» es el argumento moral definitivo en favor de una posición cualquiera porque nos exime de pensar. Cuando en mi infancia usaba yo este argumento ante mi madre, ella siempre me respondía con enorme convicción «¿si todos se tiraran por la ventana, tú te tirarías?». Ante esa pregunta, yo me asomaba tímidamente a la ventana para mirar, «por si acaso» —decía—, pero sólo llegué a entender la fuerza de su argumento muchos años después.
Lo importante era la convicción de mi madre y quizá se encuentre en ella el origen de mi vocación filosófica. Sólo vale la pena dialogar —como ha escrito Rhonheimer— «donde las convicciones se toman en serio, como expresión de la convicción subjetiva de que la propia convicción corresponde a la verdad». Mi madre me daba sus razones porque estaba convencida de la verdad de su posición, pero sobre todo porque quería enseñarme a pensar por mi cuenta. Transferir las decisiones personales a «lo que hacen todos» equivale a tirarse por la ventana, esto es, a dejar de pensar.
Excelente Leandro!!!
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